Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su
vida por sus amigos (Juan 15:13).
El
activista religioso Guillermo del Sol Pérez, miembro de la ilegal Iglesia
Católica Antigua, en Santa Clara, mantiene una Huelga de Hambre (HH) a nombre
de todos los ilegalmente “regulados” en Cuba (ciudadanos que tiene prohibido
salir fuera del territorio nacional. Del Sol, también director de la agencia
independiente de noticias “Santa Clara Visión” optó por la HH luego de que su
hijo, Adrián del Sol Alfonso, evangelista también de dicha iglesia, y también
periodista independiente, fuera impedido de viajar el lunes 12 de agosto a unas
conferencias sobre libertad religiosa pero del Sol extendió el reclamo por su
hijo al reclamo por todos los impedidos de viajar como el iniciando así la
campana #Ni1ReguladoMás.
En la mañana del 17 de agosto acudió a la vivienda
de Guillermo el oficial de la Seguridad del Estado Eric Francis Aquino Viera para decirle que ya su hijo Adrián del Sol no se
encontraba regulado y que lo ocurrido en el aeropuerto el 12 de agosto había
sido un error. Guillermo del Sol le respondió que habían llegado tarde, pues
el error había derivado en una protesta que no era ya solo por su hijo Adrián y
que se extendía a todos los “regulados” pues su demanda era #Ni1ReguladoMás.
Por otro lado que su hijo Adrián no estuviera ya “regulado” quedaría por probar
el día en que volviese a un aeropuerto para intentar volar pero de momento: ni
siquiera su equipaje le había sido devuelto y faltan por dar muchas
explicaciones.
La respuesta de Guillermo del Sol Pérez ha sido
dirigir una carta al propio Raúl Castro la cual el Instituto Patmos reproduce a
continuación y cuya divulgación agradecemos pues cada hora cuenta en lo que a
la vida de este activista respecta:
Santa
Clara, 17 de agosto de 2019
Al
señor Raúl Castro Ruz
Primer
Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba
Notable
señor, me excuso, no con nadie, no con usted, sino con las tradicionales buenas
costumbres con las que fuimos educados los cubanos de ayer. Pido perdón a
nuestros mayores porque en el principio de esta misiva no le ofrezco a usted
ningún parabién. Y es que ya pocas palabras esperanzadoras podemos ofrecer
quienes, como cubanos, no nos hemos dejado domesticar por la tiránica coyunda
de quienes apresan a la cubanía en una práctica ideológica que no nos
representa a todos.
Pero,
aunque no nos represente a todos los ciudadanos de esta República, la tal
práctica, consagrada como Ley en el artículo 5 de la Constitución, ha venido
atreviéndose cada vez más, hasta hacernos casi perder los estribos. Y no creo
que debamos permitírnoslo. No creo que, estemos dónde estemos en el espectro de
los colores ideológicos, queramos dejar que la ira, la rabia y la impotencia un
día desemboquen en el fratricidio. Nadie saldrá ganando. Callen ustedes sus
tambores de victoria porque un solo cubano que se pierda por las banderas de la
intolerancia, será enlutar a toda la Patria. Por eso acudo a usted, Primer
Secretario del Partido que se ha investido a sí mismo como rector de los
destinos de la República. ¿De qué serviría que me dirigiera al Presidente? ¿No
es aquél- según el artículo 5- un subordinado suyo también? Entonces, ¿para qué
andar por las ramas? A usted me dirijo y a nadie más para apelar al sentido de justicia,
para ir poniendo fin al sinsentido con el que sus subordinados- tal vez usted
mismo- intentan apoderarse de nuestras vidas.
En
días pasados mi hijo, Adrián del Sol Alfonso, como a tantos otros cubanos, se
le impidió viajar a un encuentro internacional. Iba a un encuentro cristiano,
pero eso, señor Castro, no importa. No puede importar si iba a un encuentro
cristiano o a una reunión de las juventudes de la democracia liberal; no puede
importar porque ustedes reciben- a través del ICAP- a miles de hombres y
mujeres que vienen a hacer turismo ideológico a la «isla de la libertad».
Hombres y mujeres que viven en sistemas sociales no coincidentes con el que estamos
obligados a vivir aquí. ¿Qué dirían usted y sus portavoces, si por ejemplo, a
un tal Nicola Rinaldi, secretario de la juventud comunista romana, la República
Italiana le impidiera- humillación mediante delante de la multitud del
aeropuerto de Fiumicino- acudir a un encuentro contra el liberalismo y la
globalización en La Habana? Y créame que de esas declaraciones del MINREX
sabemos mucho los cubanos quienes, día tras día, oímos del apoyo del gobierno
cubano a éste o aquél perseguido de la izquierda internacional, de la repulsa
del gobierno cubano a éste o aquél gobierno que persigue al izquierdista. ¿Eso
es doble moral?
A mi
hijo, hoy para mí símbolo de todos los hijos retenidos a la fuerza en Cuba, en
el aeropuerto José Martí, se le ha tratado como a un delincuente o a un
terrorista; y a los delincuentes y terroristas se les instruye, procesa,
enjuicia y encarcela. Simplemente no se les deja en tierra, no se les estafa el
boleto, no se les pierde el equipaje… ¿o es que acaso ustedes han entendido que
nuestra amada tierra es el castigo para los inconformes? ¿Quién- con suficiente
amor patrio- pudo haber confundido a Cuba con una cárcel? ¿Así lo creen? Nosotros
no.
Estamos
aquí y permaneceremos aquí, pero les insto a definirse ¿ustedes piensan que
somos una Nación de hombres libres o un rebaño propiedad del PCC? ¿No significa
regulado o regulada aquello que estaba violando alguna regla y es, de grado o
por fuerza, «normalizado»? ¿Es, para ustedes, el vasallaje la condición regular,
normal, de todos los cubanos? Es, regulado, del todo inentendible, una de dos:
Los cubanos que no somos comunistas somos subnormales por lo que hay que
llevarnos a la normalidad o lo regular es que todos los cubanos somos
prisioneros de nuestro Estado y excepcionalmente nos permiten salir de paseo
por el mundo. Todo esto pudieron haberlo consignado en la Constitución y al
menos nos ahorraban los sinsabores y las humillaciones o ¿disfrutan
humillándonos? ¿cada humillación es una “victoria”? ¿Es así como se muestra el
sistema más humanitario del mundo?
Sin
embargo, personalmente creo que somos una Nación de hombres libres que,
mientras no delincamos ni ataquemos a la sociedad, mientras no debamos nada a
nadie, tenemos el derecho a movernos libremente por el mundo y a reunirnos con
quienes estimemos conveniente porque somos adultos, cuerdos, responsables y si
no lo somos ya nos tocará responder por nuestras acciones. ¿De dónde sacaron
tan infame concepto? En toda nuestra historia patria- tan mía como suya- no
hubo nada parecido: Al haber sido ustedes amnistiados por el déspota por
antonomasia después del asalto al Moncada, ¿fueron regulados? ¿les impidió el
tirano viajar a dónde quisiesen? ¿Fue regulado Antonio Maceo por Martínez
Campos, sabiendo como sabía el general segoviano que el Mambí oriental
regresaría algún día sin ánimos de paz? ¿Fue regulado José Antonio Echevarría o
pudo viajar a reunirse con ustedes en México? ¿De dónde han sacado tan
humillante método sólo digno de Weyler? Ni ustedes, ni nadie tiene, de
antemano, el derecho a REGULARNOS o regresen a la práctica del Permiso de
Salida para que el mundo entero sepa lo “mucho que ustedes respetan” a quien
discrepa. Creo en el multipartidismo, usted en el unipartidismo, deberíamos
dialogar entre nosotros; pero no, usted ha preferido la vía de controlarnos
hasta la saciedad. Ya no es que no hablemos en Cuba, debemos callar en todas
partes.
Y ante tamaña pretensión, ante la malsana ambición de REGULARNOS, yo Guillermo del Sol Pérez, mayor de edad, albañil cristiano, ciudadano cubano me opongo a que los cubanos y cubanas vuelvan a ser REGULADOS. Por ello, asumiendo mis actos y responsabilizándole sólo a usted de lo que me suceda, me he declarado en huelga de hambre y de sed con una sola consigna NI UN REGULADO MÁS. Y, como el Maestro, sé que, para impedir que con semejante método ustedes logren que los jóvenes lleguen a asociar la sola mención de Cuba con la imagen de la cárcel y el sentimiento del castigo, he de poner mi vida en riesgo y confiar en que en usted prime el sentido común. No sólo los comunistas saben vivir y morir según sus convicciones.
En mi
quinto día sin alimentos ni agua, vuelvo a decir: ¡NI UN REGULADO MÁS!
Esperando
que Dios se apiade e ilumine su alma,
Guillermo
del Sol Pérez